EL CONDE DE MONTIJO, GRAN MAESTRO DEL
GRAN ORIENTE DE ESPAÑA (1817)
Eugenio de
Palafox, conde de Montijo (1773-1834) Gran Maestro del Gran Logia
Nacional de España en 1817-1818 |
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Eugenio de Palafox y Portocarrero, VII conde de Montijo fue un militar y político español,
nacido en Madrid el 12 de febrero de 1773 y muerto el 16 julio 1834,
hijo de Felipe Palafox y Croy de Habré, capitán de Guardias Valonas, y
de María de Sales Portocarrero y Zúñiga, condesa de Montijo. En vida
de su madre usó el título de conde de Teba. Casó en 1792 con María
Ignacia Idiáquez, hija del duque de Granada de Ega.
Varios testimonios de la época confirman que en 1817 se fundó un Gran
Oriente de España, con sede en Granada, y que el conde de Montijo fue
su Gran Maestro.
El masón
Valentín Llanos Gutiérrez, bajo el pseudónimo de
Sandoval, explica en una obra publicada en 1826 que, tras la
forzada disolución de las logias de Madrid, se comisionó al teniente
Carlos Beramendi y Freire (1776-1832), heroico defensor del sitio de
Gerona, para que impulsara la creación en Granada de un Gran Oriente
que coordinara las actividades de las logias ubicadas en toda la
península ibérica. Beramendi contactó con Cipriano Palafox, conde de
Teba, el cual convenció a su hermano, el conde de Montijo, capitán
general de la provincia, para que se sumara al proyecto junto con
otros masones. Así, quedó establecido el Gran Oriente en Granada, con
la participación del conde de Montijo, el conde de Teba, Carlos
Beramendi, el marqués de Campoverde, José González, en calidad de
secretario, Facundo Infante, Bartolomé Gallardo, secretario de
Montijo, el conde de La Bisbal, el teniente coronel José Grases, el
capitán Bartolomé Gutiérrez Acuña y otros militares, como el general
Juan O’Donojú.
Todos ellos pactaron elegir como Gran Maestro del nuevo Gran Oriente
granadino a Eugenio de Palafox y Portocarrero (1773-1834), Grande de
España y uno de los aristócratas más notables de la época. Aunque
pueda ser calificado por ciertos historiadores de ilustrado o,
incluso, de liberal moderado, lo cierto es que Montijo era, como la
mayoría de la nobleza de la época, profundamente conservador. Durante
la Guerra de la Independencia, habiendo ya heredado el título de conde
de Montijo, se mostró siempre defensor de las prerrogativas regias
frente a las pretensiones de los liberales que querían recortar tales
poderes por medio de la Constitución, y ello hasta el extremo de
llegar a ser detenido y encarcelado por desobediencia a la Junta
Central. Combatió más tarde a los franceses bajo las órdenes del
general Ballesteros y del general José O'Donnell. Partidario de
sustituir la Junta Central por una Regencia —sonó incluso su nombre
para desempeñarla—, se mostró contrario a la reunión y pretensiones de
la Cortes de Cádiz. Tras la reacción absolutista de Fernando VII,
Montijo fue, además, uno de los realistas encargados de delatar
a los diputados gaditanos más exaltados y desleales al monarca.
Desconocemos la fecha en la que el conde de Montijo entró en la masonería
pero, dado que su hermano Cipriano, conde de Teba, se inició en 1812
en la madrileña logia bonapartista “La Beneficencia de Josefina”, es
probable que Eugenio fuera también iniciado por aquel entonces, sino
antes. En todo caso, en los Papeles Reservados de Fernando VII,
figura como Venerable de la logia de Granada, con el nombre simbólico
de Muley Abhin y grado 29 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
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Cipriano Palafox, conde de Teba,
maestro masón de la logia madrileña "Los Amigos reunidos de la Virtud
Triunfante" en 1820 |
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Un masón contemporáneo como Antonio Alcalá Galiano, comenta en sus
Memorias que en “1817 la cabeza de la sociedad masónica no estaba
en Madrid, sino en Granada; donde era capitán general el conde de
Montijo... [el cual] estableció allí la sociedad secreta, que se
difundió por toda la monarquía siendo el general cabeza de la
sociedad”. Este hecho es confirmado en 1821 por personas tan
políticamente opuestas como el general Juan Van Halen (masón) y por el
medicó José Manuel Regato (espía de Fernando VII) en sus Memorias
de 1830. Desde este Gran Oriente de Granada, cuya denominación en
clave era “Heliópolis”, se estableció, así, una red de comunicaciones
con las logias peninsulares, cuyas ramificaciones más importantes
estuvieron en la costa levantina a través de Valencia (Beltrán de
Lis), Murcia (Van-Halen) y Cartagena (Torrijos y López Pinto). Sin
embargo, dicha red de logias fue descubierta por la policía en 1817 y
muchos de sus integrantes fueron encarcelados. Los Papeles
Reservados de Fernando VII explican que, ya desde junio de
1816, había varios agentes del gobierno infiltrados a tal efecto en
las logias masónicas. Uno de ellos, el mencionado espía Antonio Calvo,
habiendo logrado obtener la confianza del coronel Juan Van Halen
durante un viaje a Ronda, descubrió que éste era Venerable de la logia
masónica establecida en Murcia, así como que había otras logias que
trabajaban bajo los auspicios del Gran Oriente sito en Granada. Cuando
el espía entregó a las autoridades eclesiásticas de Granada los
documentos que dejaban al descubierto los nombres de algunos masones,
la Inquisición procedió a la detención de Juan Van Halen, el conde de
Montijo, el teniente coronel Juan López Pinto, el magistrado Romero
Alpuente, Juan Abascal, Martín Rutero, Antonio María del Valle, José
María González, José María de Torrijos, etc. Entre estos detenidos se
hallaba Juan Abascal, uno de los masones más importantes de Granada,
administrador general de Correos de esta ciudad, el cual estaba
encargado de canalizar los mensajes de Montijo, Van Halen y otros
dignatarios de las logias de Alicante, Murcia y Cartagena. Los
Papeles Reservados contienen sabrosos datos sobre su actividad
masónica: “D. Juan Abascal es Francmasón con el nombre masónico de
Vuedoa, individuo del Soberano Gran Capítulo, o Grande Oriente del
Gran Orden Masónico de España establecido en Granada, bajo la
denominación de Eliópolis [sic]; cuyo Gran Capítulo es la autoridad
suprema que en España reconocen los Masones, y por lo que están
sometidas a él todas las logias y demás establecimientos regularizados
que tiene esta Secta en la Península. Que por el conducto y dirección
de D. Juan Abascal se recibía en dicho Soberano Gran Capítulo, o
Grande Oriente la correspondencia oficial de las logias de Alicante,
Murcia y Cartagena; […] Que también asistía a la Logia subalterna de
Granada, y se halló como individuo de ella en la elección de
dignatarios, en que fue nombrado Venerable el Capitán general de aquel
Reino, conde de Montijo” (AGP, Fernando VII, Papeles Reservados, tomo
18).
Descabezado, tras la operación policial de 1817, el Gran Oriente de España
y encarcelados muchos de sus dirigentes, los masones de Granada
decidieron “renunciar a la dirección de sus afiliados a favor de
Madrid”, a la vista de que los hermanos de la capital habían
conseguido recuperarse desde la última acción gubernamental y ya
“contaban en su seno jefes de la guarnición, magistrados de un rango
superior, oficiales de Secretaría y hasta personas del servicio de
palacio” (AGP, Fernando VII, Papeles Reservados, escrito del año 1822,
Tomo 67, fol. 210 vto).
De hecho, en una
comunicación enviada al Inquisidor general, se informaba de que en
1817 había en Madrid tres logias y un capítulo “y que habían entrado
tres sujetos de alto copete”.
Tras las delaciones del espía Calvo, Montijo fue detenido bajo la
acusación de ser masón, y permaneció encarcelado hasta su liberación
tras el levantamiento del general Riego en enero de 1820. Como
compensación por los años de cárcel fue nombrado capitán general de
Valladolid, aunque fue destituido a las pocas semanas por el ministro
de la Guerra, general Amarillas, por sus antecedentes realistas,
tan poco afines al régimen liberal. Tras una serie de escritos de
queja, el conde de Montijo comprendió que el nuevo gobierno no contaba
con él, como tampoco lo hacía la nueva masonería, ya abiertamente
dirigida por los liberales, lo cual no le impidió continuar su
militancia masónica de modo que en 1820, junto con su hermano Cipriano
Palafox y el zaragozano marqués de Ariño, se afilió a la logia
madrileña “Los Amigos Reunidos de la Virtud Triunfante”. Sabemos que
esta logia, de perfil conservador, disconforme con la abusiva
politización de la Gran Logia Nacional de España, que actuaba como
soporte ideológico del régimen liberal, pidió su reconocimiento o
“regularización” al Gran Oriente de Francia. Eugenio Palafox murió sin
descendencia en 1834, tras lo cual le sucedió en el mayorazgo su
hermano Cipriano.
Extractado de: Javier Alvarado Planas,
Masones en la nobleza de España, Madrid, 2016, pp. 109-120.
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